lunes, 11 de junio de 2012

Carla


Había una vez una pequeña niña que corría por la maleza de un campo muy verde. La niña corría y corría sin rumbo fijo. Los lugareños la veían correr desde hacía unas horas. Sin comprender porque corría, los más aguerridos decidieron seguirla para entender el porqué de su carrera sin fin.

El más pequeño de todos, el más veloz, llegó con su marcha a la altura de la niña. Ésta iba vestida con telas de diferentes colores, que volaban con el viento. Toda ella era luz y color, por su semblante no parecía que el cansancio hubiere hecho mella en ella.  Sus facciones eran propias de un ángel, gran sonrisa y ojos vivarachos, enormes y de un color azul muy intenso.

El pequeño muchacho la miró fijamente sin dejar de correr, entonces fue cuando sucedió. . .

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